domingo, 25 de noviembre de 2007

Ceremonia Secreta


Atravesar la plaza le acarreó dos disgustos. El primero: aquella pareja. ¿Como es posible tener deseos de abrazarse y de besarse en una plaza, a las ocho de la mañana ? Pasó frente a ese triste espectáculo haciendo como que no lo veía. Pero oyó. Oyó la risa de la mujer. La señorita Leonides apretó los labios. Arrastrada. Arrastrada. Arrastradarrastradarrastradarrastrada.

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